NEGLIGENCIAS MÉDICAS:
¿QUÉ BUSCAN LAS VÍCTIMAS?
Vamos a contarles una
historia desgraciada que nos ha sucedido recientemente, de las que llegan a los
Despachos profesionales, dramática pero real como la vida misma.
Hace unos años, Eugenia, por supuesto este no es el nombre real de la paciente, sufrió unos síntomas, que no vamos a describir, de una enfermedad muy grave, que la
llevaron al Hospital. Una vez allí,
los médicos, practicaron todo tipo de pruebas, lograron restablecerla del diagnóstico principal.
Cuando ya estaba
curada del diagnóstico principal, con una metodología moderna, a través de un implante de médula cercano estadísticamente a lo inimaginable, resulta que por un error
humano, las cosas empiezan a complicarse, por una cadena de fallos humanos, y en un
traslado de un Hospital a otro, al cumplir una prescripción médica, Eugenia, sufre una serie de quemaduras en la cara.
A raíz de estos hechos, el padre de la paciente,
interpone una reclamación ante la Dirección del Hospital, donde, después de
exponer todas sus quejas, plantea, como colofón final, la siguiente pregunta retórica “¿Y, a mí, quién me va a pagar esto? ¿Cómo me lo van a poder compensar?”
Esta pregunta, lanzada al aire, es utilizada por los Abogados de los médicos como
argumento-obstáculo en su defensa, y el Juez, se está planteando, en estos momentos, si realmente, el padre de la muchacha, lo que realmente desea, es una
indemnización por las quemaduras de su hija
o un resarcimiento moral, dada la grave situación por la que está atravesando ésta.
Hay que decir, en descargo del padre, que cuando realizó esta manifestación por escrito, que consta en el Expediente Administrativo, se encontraba en
uno de sus peores momentos, inundado por el dolor, y con el alma desgarrada, ya que se había producido, además, un nuevo rebrote de la enfermedad inicial de su hija, y, a esa
dramática situación, había que añadirle las gravísimas quemaduras sobrevenidas.
Esta persona, que cuenta con escasa instrucción, junto con el dramático momento que vivía, quiso expresar, aunque de forma poco adecuada e incorrecta, el
terrible daño que había sufrido su hija, su tremendo dolor por la situación y la
imposibilidad material de eliminar las gravísimas quemaduras producidas en la cara de Eugenia, que jamás desaparecerían.
Las personas que vienen a un Despacho en busca de
consejo y asesoramiento por negligencia médica, nunca comenzaron su tratamiento médico, por llegar a pensar que acabarían en un pleito,
tratando de conseguir una indemnización. En vez de eso, fueron a un Hospital, en la mayoría de los casos, para
conseguir un diagnóstico y asegurase de que no sufrían ninguna enfermedad peligrosa.
La mayoría de los clientes, se expresan en los siguientes términos:
“No buscamos dinero….” “… Sólo queremos que se haga justicia” “… queremos asegurarnos de que esto nunca volverá a suceder…”
Días, semanas y meses más tarde, estos clientes potenciales,
se preguntan cómo sobrevivirán financieramente a causa de su
incapacidad para trabajar y su tiempo laboral perdido, quién pagará sus facturas, quién pagará su hipoteca y cómo harán frente a sus pérdidas funcionales y secuelas.
Estos pensamientos, normalmente, vienen después de haberse estabilizado las secuelas.
El
paciente, en realidad, solamente
quiere mejorar, desea un tratamiento que le deje continuar con su vida, sin obstruirla.
En la mayoría de los casos, por no decir en la totalidad,
ningún paciente desea destruir ni arruinar la vida del médico que le perjudicó, destruir su trabajo ni la vida familiar, sólo por
conseguir un beneficio. Este pensamiento, en realidad, debe descartarse.
Si consideramos el asunto desde otro ángulo,
desde la perspectiva del médico, la mayoría de ellos, intentan
hacer su trabajo de la mejor forma y manera posible. Hay que presuponer, por lógica, que la mayoría de los facultativos, trabajan de buena fe.
A nadie, en su sano juicio, le gusta hacer daño a los demás. Los médicos, como principio fundamental de su carrera, han realizado el
juramento hipocrático, y por tanto,
su misión es sanar al paciente.
Sin embargo, la
negligencia ocurre cuando un médico se descuida, y no dispensa un buen tratamiento al paciente, o cuando existe una falta de comunicación entre los diferentes estratos del cuerpo médico.
Un
mal diagnóstico, es siempre significativo, especialmente, si esta falta, conlleva un
tratamiento adicional que no es el oportuno para la dolencia que realmente se sufre.
Los
errores de cirugía y anestesia, son siempre muy importantes. Muchas de estas equivocaciones llevan al paciente a
necesitar otra cirugía correctiva o rehabilitadora, o incluso, pueden desembocar en la muerte.
Todos conocemos que
existen médicos excelentes, que están muy bien cualificados, sin embargo, en distintos casos, estos mismos facultativos,
pueden cometer un descuido, y esta omisión, puede causar un daño grave e irreparable al paciente.
José Alberto Andrío
www.abogadoszaragoza.net